Este martes, el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP) dio a conocer el hallazgo de una bodega que data desde el final de la Prehistoria, durante el Neolítico. Es decir, 3000 años a.C. Esto marcó un hecho “sin precedentes”, según indicó la institución francesa, ya que el estado de conservación es “excepcional” a pesar del correr de los siglos. Además, desenterraron una tumba con esqueletos en posiciones de ritual.
Europa concentra un gran número de yacimientos arqueológicos, muchos de ellos a cielo abierto y otros que aún no han sido descubiertos. A diario es común tomar conciencia de diferentes expediciones que se realizan a lo largo y ancho del continente con el fin de salvar todo elemento histórico que pueda aportar al patrimonio cultural de aquella sociedad. En sintonía con ello, el INRAP mantiene un exhaustivo trabajo con el fin de comprender la vida neolítica y el paso de la Edad de Piedra a la Edad de Bronce.
El terreno francés fue modificado a instancia de estas comunidades neolíticas que establecieron allí sus aldeas, zonas de cultivo y caza. Desde montículos de tierra hasta otras manifestaciones humanas, quedaron casi imperceptibles durante miles de años. Es por ello que la investigación sobre la reciente bodega hallada comenzó en 2023 y prosiguió hasta principios de este 2024.
Como resultado, se obtuvieron grandes restos prehistóricos en la región del pueblo de Montagnac. No solo bodegas, sino también silos en donde las personas resguardaban las semillas para siguientes siembras y hasta una tumba con esqueletos en su interior que soportaron las adversidades climáticas.
“[Encontramos] dos sótanos que tienen paredes enteramente de piedra y un fondo marcado con cubículos destinados a albergar jarrones o cestas. El primero está realizado con piedras, unidas a la tierra, de tamaño y forma irregulares y dispuestas en hiladas horizontales, de modo que crean un muro regular”, sostiene el comunicado oficial de prensa sobre los silos.
En cuanto a la bodega, esta es de forma de herradura, con escalones que dan acceso a la parte inferior, donde “se dispusieron dos cubículos, bastante profundos, uno de los cuales contenía los restos de un gran contenedor de almacenamiento”.
Además, aparecieron otros sótanos sin la presencia de piedras en las paredes, que de igual manera dejaron en evidencia la capacidad de desarrollo que tuvieron para construir estos espacios seguros con el fin de resguardar los alimentos de las bajas temperaturas o la humedad.
Una de las sorpresas de los arqueólogos fue el descubrimiento de un entierro séxtuple en un espacio de dimensiones pequeñas, en las que las personas fueron ubicadas en forma fetal. Esto podría condecirse con una especie de ritual neolítico. Lo curioso es que residían en el fondo de una bodega.
Las pruebas preliminares describieron el orden cronológico en que se depositaron cinco de los seis cuerpos: “Este grupo estuvo compuesto por un adolescente de 12 a 14 años, una mujer adulta, un niño de 4 a 8 años, un niño de 3 a 5 años y un sujeto perinatal”.
Aquella fosa común era parte de un monumento funerario, el cual se encontraba a escasos metros y que contenía una tumba con dos cuerpos. Esta consistía “en un cofre de piedra rodeado por un montículo de tierra y piedras”.
Restos de viviendas
El trabajo también arrojó luz sobre dos edificaciones que se asociaron a casas. Según las características que ofrecieron los investigadores, una de ellas “tenía una planta de doble ábside de 11 metros de largo y 8 metros de ancho, materializada por un muro de piedra conservado, como máximo, en tres hiladas”. En tanto, las paredes de la otra presentaron signos de quemaduras, por lo que se supone que se incendió.
LA NACION