Estuvo 70 días prófugo. Para moverse en la clandestinidad, Luis Abel Guzmán, el peluquero asesino de Recoleta, decía llamarse Gustavo y que recién había llegado del sur del país. Así se presentó ante la mujer que, a cambio de que le cortara el pasto de su casa de Moreno y de otras tareas de “changarín”, le dio un lugar para dormir. Hasta ayer que fue detenido.
Hoy, Guzmán, de 43 años, se negó a declarar ante el juez Javier Sánchez Sarmiento, magistrado a cargo de la causa. Tras la audiencia, su abogado, Héctor Costa, adelantó que en las próximas horas pedirá su arresto domiciliario, negó que el homicidio hubiese sido cometido con premeditación y, en una frase polémica, dijo que a su cliente “capaz se le escapó el tiro”.
“Vivía de changas. Se hacía llamar Sebastián y Gustavo y repetía que recién había llegado del sur del país. Así logró tener un lugar para dormir y comer a cambio de cortar el pasto”, sostuvo un jefe policial que estuvo detrás de los pasos del peluquero asesino de Recoleta.
Como informó LA NACION, si bien los detectives del Departamento Delitos contra las Personas de la Policía de la Ciudad, tenían la sospecha de que Guzmán se movía por la zona oeste del conurbano bonaerense, sobre todo en Merlo y Moreno, el dato que terminó de ubicar al asesino de Recoleta fue una llamada a la llamada a la línea de denuncias 134 del Ministerio de Seguridad de la Nación.
“El 28 de mayo [por anteayer] se comunicó a la línea 134 una persona de identidad reservada que dijo que el fugitivo se encontraba en la casita trasera de un domicilio de Paso del Rey, en Moreno, provincia de Buenos Aires. Explicó que el inmueble era de una señora mayor y de su hijo, quienes y ‘aparentemente no sabían nada sobre quién era [por Guzmán]”, informó el Ministerio de Seguridad en un comunicado de prensa.
Según el denunciante, Guzmán hacía dos o tres días que estaba en esa casa de Moreno. También sostuvo que el sospechoso tenía un poco más de cabello y barba que en las fotos de las noticias difundidas después del crimen.
El homicidio ocurrió el 20 de marzo pasado en la peluquería Verdini, en Beruti 3011, en Recoleta. El asesinato quedó grabado por las cámaras de seguridad del local.
En las grabaciones de dos de las cuatro cámaras de seguridad quedó expuesto cómo Guzmán, luego de discutir con Facundo Verdini, propietario de la peluquería, cambió su atención hacia el sector en el que estaba Medina y le disparó a la cabeza.
En el momento en el que Guzmán dispara, Medina estaba sentado en una de las sillas usadas por los clientes. Las imágenes muestran cómo el homicida habla y gesticula con el arma en su mano derecha y la víctima lo mira.
Según la filmación, Medina no parece temer ser el blanco del ataque. Pero, de pronto, Guzmán le habla y le dispara en la cabeza. Lo ejecutó.
Después, Guzmán persiguió al dueño de la peluquería, pero, decidió volver sobre sus pasos y huir por la ventana, al advertir que lo había perdido de vista.
La investigación del homicidio de Medina, que tenía 33 años, quedó a cargo del Sánchez Sarmiento y el fiscal Patricio Lugones, funcionarios que tuvieron la colaboración de la Secretaría de Captura de Prófugos (Secap) de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), a cargo de José María Campagnoli y de detectives de las divisiones Captura de Prófugos y Homicidios de la Policía de la Ciudad.
Los investigadores siguieron todas las pistas. Hubo llamadas anónimas que decían haber visto al homicida en Beccar, en San Isidro, y hasta en Santiago del Estero. Finalmente, fue detenido Miserere al 4900, en Paso del Rey, en Moreno.
“Se profundizaron las búsquedas sociales como Instagram, Facebook y Tik Tok. El dato de que Guzmán trabajaba en Moreno llegó hoy a la mañana”, afirmaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente. El pedido para que el gobierno nacional ofreciera una recompensa fue presentado por la Secap.