El fallecimiento del papa Francisco marca el fin de una era en la Iglesia católica y en la política global del siglo XXI. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, se convirtió en el primer pontífice latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia. Su elección el 13 de marzo de 2013 sorprendió al mundo, pero su legado como líder espiritual y político trascenderá generaciones.
Desde su juventud, el papa Francisco mostró una vocación por el servicio y la fe. Hijo de inmigrantes piamonteses, creció en una familia humilde donde su abuela Rosa desempeñó un papel crucial en la formación de su espiritualidad. A los 21 años ingresó al seminario de la Compañía de Jesús y fue ordenado sacerdote en 1969.
Su trayectoria como provincial de los jesuitas en Argentina y rector del Colegio Máximo de San Miguel lo preparó para asumir responsabilidades mayores, aunque pocos imaginaban que llegaría a liderar la Iglesia católica.
El pontificado de Francisco estuvo marcado por su enfoque en la justicia social, la defensa de los migrantes y la protección del medio ambiente. Inspirado por San Francisco de Asís, adoptó un estilo de vida sencillo y cercano al pueblo, rompiendo con las tradiciones de opulencia asociadas al Vaticano.
Su encíclica «Laudato Si'» sobre el cuidado de la casa común fue un llamado urgente a la acción frente a la crisis climática, consolidando su papel como líder global en temas ambientales. En el ámbito político, Francisco fue un mediador en conflictos internacionales y un crítico del capitalismo desenfrenado.
Su papel en la reconciliación entre Cuba y Estados Unidos en 2014 destacó su habilidad diplomática y su compromiso con la paz. Sin embargo, su pontificado también enfrentó desafíos internos, como la resistencia de sectores conservadores de la Iglesia y las críticas por la gestión de casos de abuso sexual.
Salud
La salud del papa comenzó a deteriorarse en los últimos años, especialmente tras una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado en 2025. A pesar de su fragilidad, continuó cumpliendo con sus deberes hasta su fallecimiento el 21 de abril. Su última aparición pública durante la Pascua fue un gesto de fortaleza espiritual que conmovió a millones de fieles.
El legado de Francisco es complejo y multifacético. Fue un reformador que buscó modernizar la Curia y promover una Iglesia más inclusiva, aunque sus esfuerzos no siempre lograron el impacto esperado. Su enfoque en los pobres y marginados, junto con su crítica al sistema económico global, lo convirtió en una figura polarizadora pero profundamente respetada.
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