sábado, 21 septiembre, 2024
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Lucas González: comenzó el segundo juicio por el encubrimiento del crimen

El segundo juicio por el encubrimiento del crimen de Lucas González comenzó este viernes con las declaraciones de sus padres y de los amigos que viajaban con el chico de 17 años el día en que fue asesinado por agentes de la Policía porteña. Los testimonios estuvieron centrados en el dato clave que se debatirá en este proceso: el arma de juguete plantada por los efectivos en el auto de los chicos, que ese 17 de noviembre de 2021 regresaban de entrenar en el predio de Barracas Central. Con el homicidio y el encubrimiento ya juzgados en el primer proceso que dejó nueve policías condenados, ahora se debatirá la responsabilidad de Facundo Torres, el efectivo acusado de aportar la pistola falsa con la que intentaron justificar la balacera policial.

Torres entró a la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°29 pasadas las 9 de la mañana de este viernes. Esposado, el oficial que está detenido con prisión preventiva desde hace más de un año se sentó a un costado de la sala, junto a sus abogados, y optó por no declarar al menos por el momento. Minutos después, el juez Juan María Ramos Padilla, que presidió la audiencia, hizo ingresar a Héctor González, padre de Lucas, que se ubicó frente al tribunal.

Héctor estaba en el Hospital Penna junto a su hijo ingresado con dos balazos en la cabeza cuando se enteró de que a Lucas lo acusaban de haber portado un arma en el momento en que la brigada abrió fuego contra el Volswagen Suran en que viajaba con sus amigos. En su declaración, contó que eso se lo dijo ni más ni menos que uno de los policías porteños que custodiaban a Lucas, que fue internado en calidad de detenido. «Un policía me dijo que ya le habían hecho el dermotest y que Lucas había disparado«, contó el hombre.

Del mismo modo y en el mismo lugar se enteró la mamá del chico, Cintia López. «Cuando supe que supuestamente había un arma de juguete no pude creer que hicieran eso sabiendo que mi hijo ya estaba agonizando», dijo la mujer, con el oficial Torres sentado a menos de dos metros de distancia. «Sabían que estaba agonizando y sin embargo fueron a buscar un arma para hacerlos pasar por delincuentes cuando ya sabían que eran inocentes. Para ellos fue como tirar una bolsa de basura dentro de un camión», agregó.

Los testimonios de este viernes fueron mucho más acotados que los que la familia y los amigos de Lucas brindaron en el juicio realizado el año pasado, cuando los oficiales de brigada Gabriel Isassi, Juan José Nieva y Fabián López fueron condenados a perpetua por el homicidio agravado y otros seis agentes recibieron penas de entre cuatro y ocho años por el encubrimiento del crimen. Así lo requirió el tribunal, que al iniciar la jornada subrayó que los hechos marco del caso ya se encuentran probados y juzgados, mientras que ahora se debate el accionar concreto de Torres en el encubrimiento

El TOC N°30, que estuvo a cargo del primer juicio, encontró probada la siguiente secuencia: que el auto de los chicos fue interceptado en la esquina de Iriarte y Luzuriaga por la brigada de civil sin identificación y sin voz de alto, que los chicos creyeron que les estaban por robar, que la brigada abrió fuego a mansalva y sin tiros del otro lado, y que a pocas cuadras, en Alvarado y Perdriel, el Suran fue finalmente interceptado. A Lucas lo trasladaron de allí al Penna, mientras que Julián Salas y Joaquín Zuñiga, sus dos amigos, quedaron detenidos en esa esquina durante todo el día hasta que fueron trasladados al Instituto Inchausti, donde pasaron la noche. 

Este viernes, los dos amigos de Lucas, que entonces tenían 17 años y hoy 20, relataron que se encontraban detenidos arriba de un patrullero, a media cuadra del Suran, cuando alrededor de las 19 horas la Policía federal comenzó el operativo de peritaje sobre el auto. «Cuando viene la Federal a revisar el auto escucho que dicen que sacaron un arma de juguete y ahí se me vino el mundo abajo, sentía mucho miedo por lo que podía llegar a pasar», contó Joaquín.  

La prueba por la que ya fue condenada la cúpula de la Comisaría 4D de Barracas y de la División de Brigadas de la comuna indica, sin embargo, que la pistola fue plantada mucho antes del peritaje. Según la primera sentencia, el encubrimiento se produjo en la hora posterior al momento del crimen, datado alrededor de las 9.30 de la mañana de ese día, período de tiempo abierto entre la balacera y la primera intervención judicial del caso. En ese lapso, la Justicia ubica el momento en que los policías plantaron el arma de juguete para sostener la versión que ya había instalado Isassi en una modulación en la que aseguraba que el chico ubicado en el asiento del acompañante de la Suran, es decir Lucas, exhibió un arma de fuego, por lo que la brigada comenzó a disparar. 

El oficial Torres aparece ubicado en esa trama por la propia declaración de uno de los condenados en el primer juicio. Se trata del oficial principal Héctor Cuevas, que se «quebró» en una de las audiencias y dijo que Torres trasladó en su moto a Isassi desde el lugar de la balacera hasta la comisaría para luego llevarlo a Alvarado y Perdriel, donde Isassi plantó el arma en el auto por orden del subcomisario Roberto Inca. Cuevas dijo que la parada en la comisaría tuvo una razón específica: Torres bajó allí para buscar el arma de juguete que le entregó a Isassi. El principal está citado a declarar también en este juicio y se espera que lo haga en la jornada del lunes para ratificar o rectificar su declaración inicial. 

A la palabra de Cuevas se le sumaron una serie de medidas de prueba generadas en el marco del expediente, que tienden a confirmar su palabra. Es que los datos de geoposicionamiento de la moto de Torres ratifican el recorrido y los horarios aproximados mencionados por Cuevas, mientras que diferentes cámaras de seguridad muestran a los dos oficiales en la moto en distintos momentos del trayecto, incluido el parate frente a la comisaría donde Torres se baja de la moto, ingresa al edificio y vuelve a salir minutos después, al tiempo que Isassi espera en la calle. 

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