Una se llama Shithi Tabassum; la otra, Naher Tanzila. Ambas son de Bangladesh, pero están visitando Corea del Sur justo en los días del Festival Chuseok, celebración tradicional ligada a las proximidades del otoño, los ritmos de la vida rural y las cosechas. Shiti Tbassum y Naher Tanzila eligieron la suavidad y movimiento del Hanbok coreano para vestirse, recorrer el Palacio Gyeongbok y tomar las rigurosas fotos que alguna vez se destinaban al recuerdo y ahora –al menos en su mayor parte– tienen el inmediato destino de las redes sociales. Conocer un país distinto tiene, indefectiblemente, el delicioso sabor del desafío. Incluso cuando reinan las reglas predigeridas del turismo masivo, pese a ellas y contra sus designios, la textura de una tela, los ecos del pasado y el encanto de un festejo colectivo son resquicios donde la maravilla se puede seguir manifestando.
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