viernes, 20 septiembre, 2024
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Está en Tigre. Es uno de los tres mejores colegios del mundo: las razones detrás del éxito

El Colegio María de Guadalupe se convirtió hoy en la primera escuela argentina en ser finalista en los World’s Best School Prizes 2024, un premio que reconoce con 10.000 dólares a las mejores instituciones educativas del mundo en cinco categorías. Quedó entre tres en la categoría colaboración con la comunidad.

Fue reconocido por sus Programas de Orientación Vocacional, Mentoría e Inclusión Laboral a través de los cuales buscan, con educación de calidad, cambiar la realidad de los chicos del barrio Las Tunas, en Tigre. En esta zona del conurbano bonaerense, el 73% de los jefes de familias no terminaron el secundario, el 62% vive en situación de precariedad habitacional y el 47% está en condición de hacinamiento, según datos del colegio en base a encuestas socioambientales hechas en 2022.

Es jueves, son cerca de las 14 y diluvia. Cuatro jóvenes se sientan a una mesa larga. “Ellos son egresados del último curso. Cada tres semanas hacemos reuniones con egresados que no tienen trabajo. La idea es que hoy, por lo menos, se vayan con una aplicación [a un trabajo]”, explica Lucia Ferreyra, tutora y coordinadora del Programa Inclusión Laboral.

Mercedes Henderson, Luis Arocha y Cecilia Brondo, integrantes del equipo del colegio Fabián Marelli – LA NACION

“Salimos a buscar a los egresados y a los chicos del barrio para que puedan insertarse en el mundo laboral”, agrega. El programa está destinado a jóvenes de hasta 25 años que hayan terminado el secundario. Son talleres de tres meses en los que buscan desarrollar habilidades para la inclusión laboral, cuentan con capacitaciones en habilidades digitales (armar un currículum, usar LinkedIn),sociolaborales y técnicas, como la capacitación en logística.

“Nos prepararon para entrevistas, tuvimos entrevistas simuladas y también trabajamos mucho en el autoconocimiento y el trabajo en equipo”, resume Santiago Martínez, de 19 años. Celeste, de 25, cuenta: “Terminé el secundario con 17 y a los 18 tuve una nena. Quería hacer un terciario, pero no me dieron los horarios y tuve que dejar. Y encontré este taller. Me abrió mucho la cabeza en cuáles son mis fortalezas y debilidades. Visitamos fábricas, hicimos entrevistas simuladas. Está muy bueno”.

Después sigue la intermediación laboral. En esta etapa los acompañan durante por lo menos otras tres meses, muchas veces en contacto con las empresas en donde están trabajando. A su vez, dos veces al año hacen un relevamiento para seguir la trayectoria de los egresados. Hoy, el 40% de los que finalizan o se capacitan dentro del programa de inclusión laboral está consiguiendo un primer empleo formal.

En el colegio apuestan por talleres para prepararse para el mundo laboral Fabián Marelli – LA NACION

A su vez, en el secundario los alumnos del María de Guadalupe cuentan con orientación vocacional y mentoría que busca el acompañamiento personalizado en pequeños pasos y funciona con voluntarios. “De primero a cuarto año trabajamos en el desarrollo emocional y en quinto y sexto en el conocimiento del mundo laboral”, detalla Catalina Ferreccio, directora del programa.

“Creo que la evaluación constante de nuestra actividad, en contacto con los chicos y también las familias es uno de los puntos que explica el impacto del proyecto. También sin dudas hay algo de convicción y compromiso por parte del equipo”, apunta.

En un contexto en donde apenas 16 de 100 estudiantes en la Argentina termina el secundario a tiempo y con los saberes esperados, y solamente tres pertenecen al tercil más bajo –según datos del Observatorio Argentinos por la Educación–, el Colegio María de Guadalupe tiene un 99% de tasa de promoción y el 44% de los graduados continúa estudios superiores, un número que en los jóvenes argentinos del decil más bajo de ingresos es apenas de 17,5%.

La demanda es alta: por cada chico que entra, hay seis que quedan afuera. “Eso te muestra que la demanda de las familias es real y abrumadora. Nuestra política es priorizar hermanos y después tratar de otorgarle la vacante a las familias que más lo necesitan: madres solteras o muchas veces recibimos situaciones judicializadas”, explica Luis Arocha, director ejecutivo de la Fundación María de Guadalupe.

“Estamos brindando educación de calidad y oportunidades reales cuyo impacto se vive todos los días”, agrega Mercedes Henderson, coordinadora general de Desarrollo Institucional.

Todos resaltan la importancia del vínculo con las familias y el acompañamiento personalizado para el que cuentan con un equipo de orientación escolar integrado por psicólogos, psicopedagogos y asistencia social. “Para mí, significa quién es cada uno, qué le pasa a cada alumno, cuál es la mejor forma de aprender para ellos”, explica Cecilia Brondo, directora general del colegio.

Tutorías

Cada estudiante cuenta con un tutor que lo acompaña a lo largo de toda la secundaria. Es por ejemplo quien se encarga de llamarlos si se ausentan, hablar con sus amigos o incluso visitar sus casa si hay necesidad. “Ir detectando a los emergentes antes de que exploten”, resume Ferreyra que es también tutora de segundo año.

“Y también cómo podemos acompañar a sus familias a que sean padres involucrados. Nuestro trabajo es integral. Cuando están por ingresar al colegio vamos a conocerlos a su casa con trabajadores sociales para saber también qué necesitan. Y los maestros tienen mínimo dos entrevistas por año. Armamos también talleres en base a las necesidades que detectamos como por ejemplo, crianza con límites para mamás muy jóvenes”, detalla.

El colegio se fundó en 2012Fabián Marelli – LA NACION

Creado en 2012 por la Fundación María de Guadalupe, el proyecto nació porque su fundadora María Paz Mendizabal –junto con Ruby Souviron, fundador de Despegar– realizaba en ese barrio apoyo escolar. Abrieron sus puertas ese año para los primeros tres grados de primaria. Cuatro años más tarde inauguraron el secundario. El edificio propio llegó recién en 2018 y en 2019 egresó la primera camada. En 2023, inauguraron el jardín de infantes, el único de los niveles que hoy no cuenta con subvención estatal. Y este año inauguraron su segunda institución, el Colegio Rosario Vera Peñaloza, en Garín, que ya cuenta con 225 alumnos.

La Fundación María de Guadalupe se sostiene y crece gracias al apoyo de donantes que acompañan con su aporte la trayectoria de los estudiantes en sus dos colegios, además del la contribución de la alianza con el Estado, el aporte de privados y de las mismas familias de los estudiantes. Se puede donar en: www.mariaguadalupe.org.ar. “El 58% de nuestros ingresos viene por la subvención que hoy tenemos en primaria y en secundaria para los cargos docentes de la provincia de Buenos Aires. Después hay un 12% que las familias, aquellas que pueden, pagan una cuota social, un arancel por el colegio, que hoy está rondando los $30.000 la jornada completa y el resto es el aporte de la sociedad civil comprometida, de donantes”, dijo María Luz Diez, directora de Desarrollo Institucional

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