lunes, 23 septiembre, 2024
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La comedia costumbrista que terminaba con un almuerzo de pastas cocinadas durante el mismo programa

Se estrenó en Canal 13 (1969/71) y finalizó en Canal 11 (1972/74). Se emitía en vivo todos los domingos de 13.00 a 14.30 con un elenco estelar.

Luis Buero

Los Campanelli

Parte del elenco de una de las comedias costumbristas más importantes de la TV argentina (imagen PiCRYL).

“Los Campanelli” fue una comedia de situaciones típicamente costumbrista que se estrenó en Canal 13 (1969/71), y finalizó en Canal 11 (1972/74). Se emitía todos los domingos de 13 a 14,30 horas, en vivo, y sus autores eran el productor Héctor Maselli junto a los guionistas Juan Carlos Mesa, Jorge Basurto, y Oscar Viale.

Los tallarines o ravioles que la familia comía reunida en la escena final de cada programa, eran preparados durante la transmisión del mismo. Los directores en Canal 13 fueron Carlos Escalada y Gerardo Mariani, y en Canal 11, Mario Musacchio. El tema musical del ciclo fue compuesto por Horacio Malvicino con letra de Mario Maselli. No se hacían exteriores y todo iba ocurriendo a través de las distintas escenografías fijas realizadas en estudio por Elida Hernández. Era la típica casa de clase media de patio central rodeada por las puertas de las habitaciones.

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Los Campanelli, la familia más popular de la televisión argentina

La tira estaba protagonizada por Adolfo Linvel (Don Carmelo Campanelli) y Menchu Quesada (Doña Lucía Campanelli) y el resto del elenco compuesto por Santiago Bal, Claudio García Satur, Alberto Anchart, María Cristina Laurenz, Edda Díaz, Carlos Scazziotta, Tino Pascali, Zulma Grey, Osvaldo Canónico, Liliana Caldini, Tito Mendoza, Gloria Montes, Alejandra Kliment, Marcia Bell y Dorita Burgos, entre tantos otros.

Santiago Bal era el joven

Santiago Bal era el joven «calavera» de la familia.

Cada personaje definía (entre hijos, yernos, nueras, vecinos) un arquetipo porteño, mientras que Linvel interpretaba al patriarca familiar italiano. Edda Díaz componía a una graciosa mucama que hacía tronar una risa muy particular.

A la hora final del almuerzo alrededor de la larga mesa familiar donde se reunía todo el elenco, se armaba siempre una discusión entre todos que iba creciendo hasta que Don Carmelo, se paraba y gritaba con fuerte acento ítalo-cocoliche: “¡Basta! ¡non quiero oire ni el volido de una mosca!”, luego cuando los comensales se calmaban y hacían absoluto silencio, el mismo Linvel se sentaba, abrazaba a Menchu Quesada y expresaba alegre y casi emocionado, desde la cabecera de la mesa: “¡Qué lindos son los domingos!… ¡No hay nada más lindo que la familia, unita!”.

Adolfo Linvel y Menchu Quesada, eran los prolíficos padres de ocho hijos: Dorita Burgos, María Cristina Laurenz, Zulma Grey, Claudio García Satur, Osvaldo Canónico, Santiago Bal, Tito Mendoza y Liliana Caldini.

  • Dorita Burgos estaba casada con Alberto Anchart, “el tumbeta”, dedicado a brindar servicios fúnebres.
  • María Cristina Laurez era pareja del ingenuo empleado de sodería Carlos Scazziota.
  • A Zulma Grey le había tocado en suerte el pusilánime empleado público Tino Pascali.
  • Claudio García Satur era un ejecutivo de una empresa y venía con su mujer, la bienuda Alejandra Kliment.
  • Raimundo Pastore era el vecino gallego.
  • El hijo mayor, Osvaldo Canónico, dueño de la empresa de camiones atmosféricos que fundó su padre, era el esposo de Gloria Montes.
  • Santiago Bal aparecía como el hijo soltero, calavera.
  • Tito Mendoza, el benjamín de la familia, no evidenciaba oficio conocido, aunque su placer era tocar la batería.

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Héctor Maselli fue un pionero del género con Los Campanelli en la pantalla nacional de los años 70, que luego modernizó con La Familia Benvenuto en los 90. En todos los casos mostró un icono idealizado de la gran familia de origen inmigrante que se ama a pesar de las rivalidades y distancias y se mantiene unida por sobre todas las cosas, sin que diferencias políticas o de otra índole los enfrente gravemente.

Representa en el recuerdo memorioso nuestro una Argentina que al menos en Buenos Aires parece imposible repetir (en la tele y en la vida real).

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