En alerta por la caída en la recaudación porteña, y mientras continúa exigiendo en la Justicia al gobierno de Javier Milei que cumpla con la restitución de los fondos coparticipables quitados durante el gobierno de Alberto Fernández, el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, levantó el teléfono para hablar con un viejo conocido: el ministro de Economía y actual “estrella” en el gabinete libertario, Luis “Toto” Caputo.
En las discretas conversaciones que ambos vienen llevando desde abril, cuentan conocedores del tema, el alcalde y dirigente de Pro expuso ante su excompañero de partido una situación complicada. Le recordó que el impuesto a las tarjetas de crédito fue suprimido por su antecesor Horacio Rodríguez Larreta, y que el impuesto a las Leliqs, otra de las fuentes de financiación de la ciudad, cayó abruptamente.
Con la Casa Rosada sin cumplir la sentencia de la Justicia que ordena restituir los fondos, en las arcas de la ciudad reconocen un bache de unos US$30 millones por mes ($3600 millones). Es lo que, en teoría, Caputo se comprometió a “compensar” a través de distintos mecanismos, como la “transferencia de activos por parte del gobierno nacional” y “un cupo de préstamos con organismos multilaterales para obras de infraestructura”, donde la ciudad estaría en primera fila. El último viernes, cuentan testigos, equipos de ambos gobiernos se reunieron para avanzar en las “soluciones” monetarias que reclama la Ciudad.
“Jorge y Toto se conocen bien, aunque ahora están en lugares distintos”, comentó un dirigente de Pro que conoce a los protagonistas de esta trama. La negociación con la Ciudad, cuentan en Balcarce 50, tiene el guiño del Presidente y del Gobierno, que a través del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, muestra en el Congreso y fuera de él una renovada vocación “dialoguista”, hasta el punto de haber recibido el jueves, en su despacho, a dos ministros del gobierno de Axel Kicillof, tildado no hace mucho de “soviético” por el Presidente.
Justamente, Kicillof fue el principal beneficiado cuando, en 2020, el entonces presidente Alberto Fernández derivó un porcentaje de la coparticipación de la ciudad para financiar a la policía bonaerense, que por esos días montó protestas que llegaron hasta la quinta de Olivos.
Elogiado por Milei por su dureza a la hora de discutir fondos –”Es un chanchito de yeso: para sacarle un mango hay que romperlo”, bromeó–, Caputo pasó la semana en Estados Unidos, acompañando al Presidente en sus encuentros con CEOs de empresas tecnológicas. Sus colaboradores, en Buenos Aires, avanzaban en las negociaciones con Macri.
Las relaciones entre la Venezuela de Nicolás Maduro y el gobierno de Javier Milei, se sabe, no son cordiales. Sin embargo, en Caracas, funcionarios chavistas (entre ellos, el propio Maduro), celebraron el 25 de mayo.
¿Cómo ocurrió? La Asociación de Productores Argentinos en Venezuela (APAV), integrada por distintas empresas y regenteada por el exembajador kirchnerista Oscar Laborde, conmemoró la fecha patria en una casa cultural, con la presencia de ministros de Maduro y embajadores de Rusia y Cuba. Maduro saludó a través de un video a los argentinos y pidió que “Argentina lleve adelante su propia proeza histórica”.
Todo terminó con un recital de la cantante Teresa Parodi y un homenaje a Carlos Gardel. Entre vinos y choripanes, Laborde y el presidente de la APAV, Patricio Paset, se diferenciaron del bajo perfil de la embajada nacional –la oficial– en Caracas.
Con Posse afuera, Guibert volvió a la Casa Rosada
No muchos conocían a Armando Guibert hasta que, en marzo pasado, el escándalo por los aumentos de sueldos del Poder Ejecutivo terminó eyectándolo de su silla como secretario de Transformación del Estado y Función Pública, donde estaba a las órdenes del entonces jefe de gabinete, Nicolás Posse.
Lo cierto es que Guibert, un experimentado funcionario del gobierno menemista, fue culpado por el “error” que enojó al Presidente, mientras Posse seguía en su puesto. Ahora, como anticipó Clarín anteayer, Milei está pensando en reincorporarlo, aunque el todavía exfuncionario ya estuvo por estos días en Balcarce 50.
“Estuvo trabajando en los decretos de salida de Posse y el rediseño de la Jefatura de Gabinete”, contó un funcionario que supo de la presencia, días atrás, en una Casa Rosada convulsionada por la abrupta salida de Posse, horas antes del viaje de Javier Milei, la secretaria general, Karina Milei, y el ministro de Economía, Luis Caputo, a los Estados Unidos y El Salvador. “Tiene mucha experiencia y es un gran funcionario”, lo elogió otro habitante de la Casa Rosada que estuvo con él en esas horas de nerviosismo, cuando Posse se preparaba para dejar su cargo.
Lo que no se sabe, aún, es en qué puesto se desempeñará Guibert. Posse, mientras tanto, prometió pasar este lunes a retirar los efectos personales que aún quedan en su despacho.
A pocos meses de haber dejado su banca de senador, y luego de cuatro décadas como actor fundamental de la política provincial y nacional, Adolfo Rodríguez Saá volvió al ruedo. No precisamente él, pero sí dos dirigentes de su riñón, que pasaron a integrar el Gabinete de Claudio Poggi, el gobernador que derrotó a los candidatos de su hermano, Alberto Rodríguez Saá, en las elecciones de junio del año pasado.
Gonzalo Vergés, exintendente de la capital puntana, asume como ministro de Ciencia y Tecnología, un cargo que estaba vacante y en el que muchos imaginaban a la pareja de Rodríguez Saá, Gisela Vartalitis. También llegó al gabinete de Poggi Walter Vogt, en su caso a la secretaría de Actividades Logísticas.
Con varios de sus dirigentes cercanos en el despacho del senador nacional libertario Bartolomé Abdala, Rodríguez Saá tuvo otra alegría: la clínica de su esposa firmó un convenio con PAMI como prestadora de servicios. Pero no se puede todo: la Justicia puntana aún la investiga por aquella donación de $80 millones, en 2017, que su hermano Alberto (por entonces aliado) le entregó en medio de la campaña electoral.
Werthein sufre los “límites” de su rol como embajador
Muy entusiasmado con la visita que el presidente Javier Milei hizo a California se lo vio a Gerardo Werthein, embajador “político” en los Estados Unidos desde hace semanas, antes incluso del aval del Senado y el decreto presidencial que lo oficializó, hace un mes.
Como en cada visita, Werthein acompañó a Milei en varias de las reuniones que sostuvo, como el encuentro con Mark Zuckerberg, CEO de Meta, y otros exitosos empresarios tecnológicos de la primera potencia mundial.
Más allá del optimismo, Werthein dejó trascender en reuniones privadas su ansiedad por la aprobación de la Ley Bases, a su juicio fundamental para que en el corto plazo lleguen inversiones a la Argentina.
Empresario y extitular durante largos años del Comité Olímpico Argentino, Werthein atraviesa un período de “aprendizaje” en el siempre intrincado mundo de la burocracia diplomática. Más aún en tiempos del “no hay plata” que enarbola el gobierno libertario. “No entiende que haya tantas trabas, y no poder intervenir en temas como los sueldos de sus subordinados”, contó uno de sus interlocutores recientes.
LA NACION