lunes, 23 septiembre, 2024
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El loco Milei, los viajes de Sarmiento y la importación de progreso

Sarmiento viajó a EE.UU. para importar maestras y con ellas, progreso. Javier Milei viaja a Estados Unidos para importar inversores y con ellos, capitalismo. Una suerte de sustitución de importaciones a la Milei. Si la Argentina de los mercados regulados dio lugar al capitalismo de amigos kirchneristas, la imaginación política de Milei pretende trasplantar capitalismo modelo 5.0 con el objetivo explicitado de transformar de raíz a la Argentina. Milei es una incógnita: una pregunta abierta sin respuesta definitiva. Excepto en un aspecto: lo más claro que tiene para ofrecer es esa imaginación política. Volvió a quedar en evidencia por estos días: entre el domingo de las fiestas maya en Córdoba y el itinerario futurista que se armó en Silicon Valley, Milei conecta una línea de puntos que delinean su visión de futuro.

El discurso del domingo se plantó en la escena de la patria escolarizada para proponer el futuro realizado y luego perdido, la Argentina potencia de fines del siglo XIX y los primeros años del XX: ese destino pasado al que ya no es posible volver si no es con una fuga hacia adelante. En su reconstrucción, ese futuro abandonado se sintetiza en crecimiento, progreso y libertad. Es la versión de la Argentina que Milei tiene como modelo, la que va de 1853 hasta el golpe de 1930. “La envidia del mundo”.

Con el viaje a EE.UU., vuela hacia el futuro que todavía es una posibilidad: en esa idea, no todo está perdido. En ese sueño, la Inteligencia Artificial (IA) es el tótem en torno al cual se organiza la gran esperanza argentina. Ahora, la IA se convierte en el eje de su sueño político, así como el sector agroexportador organizó el proyecto económico de la Argentina próspera del siglo XIX. “Queremos hacer de la Argentina el cuarto polo de inteligencia artificial en el mundo”, dijo en una entrevista con Luis Majul, antes de su viaje a California.

Cuando viaja al pasado de la Argentina de voluntad libertaria del siglo XIX es para detenerse en ese futuro más logrado, la Generación del 80. Cuando viaja al futuro desde este presente, es para recuperar, según su perspectiva, ese carril capitalista que la Argentina abandonó, pero con el formato de la vanguardia actual. Por eso el rosario de “héroes” capitalistas, como los concibe, que verá en esta gira: Sam Altman, de Open IA; Sundar Pichai, de Google; Timothy Cook, de Apple; Mark Zuckerberg, de Meta.

Milei es el presidente que más viajes hizo al exterior en los primeros seis meses de gobierno: de las ocho visitas internacionales que lleva en estos 180 días de gestión, cinco fueron a Estados Unidos, como precisó Jaime Rosemberg. Como Sarmiento, Estados Unidos es la fuente ideal de recursos para emprender el futuro.

Mile se viene inscribiendo abiertamente en esa identificación que va de “El loco” de Sarmiento al “Loco Milei”. El día que colocó el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada, también hizo otra cosa: reordenó los otros bustos y así reordenó la jerarquía de la historia argentina que prefiere: “Hay una reasignación de bustos. Tiene todo un sentido. Está el busto de Sarmiento, alguien con un coraje fuerte”, detalló. “Un hombre que si bien era culto no era el adalid de las formas, pero tenía el coraje que tenía que tener para hacer las cosas que hizo y ser uno de los grandes presidentes de la historia argentina, ser un precursor en la idea de capital humano como factor de crecimiento. Y que, dicho sea de paso, también le decían el loco”: Milei se ve reflejado en la rudeza de Sarmiento, en su coraje y en el foco en un factor central del crecimiento, el capital humano, sean maestras o capitalistas formados en el universo tecnológico.

Ir a Estados Unidos es lo opuesto de ir a la España de Sánchez y a Europa, el símbolo del capitalismo trabado por el Estado de Bienestar y las regulaciones a la innovación tecnológica. Es pasar de los “empresaurios”, tal como define el founding father del liberalismo argentino, según Milei, Alberto Benegas Lynch (h.), a los “héroes” del capital y el libre mercado. En su concepción, son los empresarios y hombres de negocio que están obligados a competir, los que no piden exenciones impositivas, los que corren riesgo. Sánchez y Europa es lo viejo y lo regulado. Estados Unidos es la innovación fundacional de Sarmiento, pero en versión siglo XXI.

En la cabeza de Milei, la operación central de futuro es la importación o el trasplante de una matriz conceptual y cultural con eje en la vanguardia capitalista. Como Sarmiento, que no solo importó maestras. También importó cepas francesas de viñas y un experto también francés que llegaron a Mendoza para crear uno de los nichos más pujantes de la industria vitivinícola argentina, la producción de Malbec. Cortar allá, trasplantar y sembrar acá, viñas o ideas. Pero hay diferencias sustanciales entre el sueño del XIX y la visión política de Milei.

Javier Milei, el sábado pasado, en el Cabildo de Córdoba

Se ve en una paradoja: el 25 de Mayo de Milei encontró su postal en la apuesta estatal más exitosa de la Argentina del siglo XIX: la operación cultural que moldeó durante más de un siglo, generación tras generación, la postal escolar, con granaderos y malambo incluidos, con granaderos imitando a los de verdad. Esa Argentina volvió a la calle este fin de semana de fiesta patria a lo Milei: el libertario fundando la cohesión social sobre uno de los dispositivos estatales más exitosos de la Argentina.

Desde 1887 que los argentinos asistimos a actos escolares. Desde 1905 se canta el Himno nacional. Desde 1909 se jura la bandera en cuarto grado de la primaria. Desde 1908 quedó fijado el protocolo de celebración de la Revolución de Mayo en la escuela. Sobre esa operación cultural de la escuela pública argentina, legada por Sarmiento y la potencia institucional del Estado del siglo XIX, Milei construye parte del sentido de su gobierno: una patria libre del legado de los “zurdos”, del kirchnerismo, que dejaron afuera esa parte de la herencia cultural en cada fecha patria.

Milei busca arrebatarle el desfile militar a la dictadura y liberarlo del estigma con que lo condenó el kirchnerismo. Le devuelve lo militar a la postal de la infancia y el acto escolar. Lo mismo se propuso la presidencia de Mauricio Macri pero con menos contundencia.

La imaginación política de Milei es, en parte, lo que mantiene vivo su apoyo popular. El último sueño colectivo potable de los argentinos fue la Copa del Mundo. La esperanza que cada argentino quiere revivir cada día. En 2023, “Muchachos” fue la película más vista del año. Más de un millón de espectadores. Ahora, Milei hace dos cosas. Por un lado, devuelve la ilusión de una construcción comunitaria: lo hace con la recuperación de la fecha patria como territorio compartido. Por el otro, ilusiona con un futuro de progreso modelo IA. En la última encuesta de satisfacción política y opinión pública que acaba de publicar la Universidad de San Andrés, la palabra que eligen aquellos que lo apoyan tanto para describir a Milei como para describir el sentimiento que les genera es “esperanza”, precisamente, la espera de un futuro con posibilidades. Eso que Milei se preocupa por dibujar en el aire, como un castillo, todos los días.

El gran desafío de Milei es, en cambio, la realidad. Es un semestre que puede sintetizarse en: ocho viajes y ninguna ley. Esa incapacidad para plasmar sus sueños futuristas en gestión diaria del Estado e institucionalización de su visión es la gran distancia entre el siglo XIX de Sarmiento y el siglo XXI de Milei: la Generación del 80′ fue una maquinaria aceitadísima de poder constructivo de resorte e instrumentos del Estado para concretar su modernidad. Lo de Milei, en cambio, por ahora son promesas, y una gran dificultad para desescalar de la visión a lo concreto.

La Ley Bases está en el centro de ese escenario. La esperan los “héroes” de este 25 de mayo, los gigantes tecnológicos, que lo señalan explícitamente. Sin ese andamiaje tedioso del Estado en marcha, los sueños de Milei pueden perder la densidad de la seriedad para pasar a resultar simplemente sueños vanos.

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