lunes, 23 septiembre, 2024
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Cómo funcionaba el cortejo en la época de Bridgerton, la serie éxito de Netflix

La llegada de la tercera temporada de Bridgerton a Netflix, serie que retrata el complejo mundo de los cortejos reglamentados, generó una duda en su público: ¿cómo funcionaba esto exactamente? Se trata de una dinámica que realizaba la clase alta británica en el siglo XIX para encontrar a la pareja ideal, acentuándose en la reputación y conveniencia.

Bridgerton es un éxito rotundo desde que se estrenó su primera temporada, en la Navidad del 2020. Ahora, volvió a dar de qué hablar el 16 de mayo, cuando se estrenaron los primeros cuatro episodios de la tercera temporada. La serie, basada en la saga literaria de Julia Quinn, Los Bridgerton, trata las vidas amorosas de una familia numerosa formada por varios hermanos y hermanas del período Regencia en el Reino Unido.

Luke Newton y Nicola Coughlan, los protagonistas de la romántica nueva temporada de Bridgerton

En esa época, encontrar pareja era una percepción totalmente diferente a la actual. Significaba una de las metas más importantes de la vida, sobre todo, porque también se ponía en juego la reputación de la familia, su linaje y la fortuna. Es decir, el enamorarse de otra persona no era uno de los factores más importantes en estos tiempos.

Cada familia construía su reputación a lo largo de los años, respetando normas sociales severas y si se las saltaban podía llevar una lluvia de críticas que podían comprometer a la persona y complicarle la búsqueda de la pareja en el futuro. Parte de esta búsqueda se ve reflejada en la serie, porque se trata de un complejo mundo de cortejos reglamentados.

¿Cómo funcionaban los cortejos? El motivo por el que se hacían era para que las clases altas tengan la oportunidad de ascender en su escala social y, en el peor de los casos, no descender. Con este motivo, se creaban bailes, espectáculos de teatro o música y fiestas de alta sociedad a las que solo podían acceder un número exclusivo de invitados: así se aseguraban que todos tuvieran un cierto estatus.

Luke Newton como Colin Bridgerton en uno de los episodios de Bridgerton. HAMPSTEAD_LD_303_101322_06165

En todo este contexto, los hombres tenían menos presión a la hora de elegir una futura esposa de su mismo rango e, incluso, podían estar con una “plebeya” si la diferencia económica entre ambos no era vergonzosa.

El hijo o la hija tenían cierto margen para aceptar o declinar un candidato dentro de la amplia cantidad de pretendientes socialmente aceptados. Sin embargo, era la familia la que le aconsejaba para tomar la mejor decisión; inclusive organizaban actividades sociales como tomar el té para ayudar a que se conozcan más. Además, tenían la potestad de rechazar un candidato si es que esto ponía en riesgo el estatus de la familia.

¿Cuál era el momento ideal para el cortejo? Por supuesto, la primavera, a mitad de año. Además de tener una familiaridad con el amor, en esta estación el Parlamento se reunía en Londres, donde se concentraba la alta sociedad, por ende, era el momento en el que más eventos se realizaban. Por lo general eran las mujeres las encargadas de organizar estas noches y de determinar quiénes eran los invitados.

En estas fiestas, se veía las modales de cada uno de los invitados, así como también los actos fuera de lugar que podían ser interpretados como mala educación. Para el momento del baile, había estrictas normas que podían influir en la percepción general; por ejemplo, estaba mal visto si una mujer bailaba con otro hombre dos veces seguidas sin conocerlo previamente. Asimismo, si rechazaba una invitación a bailar, no podía aceptar otra inmediatamente porque se tomaba como un insulto al que había invitado en primera instancia.

Una vez que el cortejo ya existía, el hombre tenía que pedir permiso a la familia de la pretendiente para que aprobaran el noviazgo. En los tés familiares, donde había presencia de otras personas, se podía formar una opinión del candidato. Y una vez que se formalizaba el compromiso entre ambos, la relación iba muy en serio, a tal punto de que si había una ruptura, la parte perjudicada podía pedir una compensación económica. Dar el paso al matrimonio era una decisión que toda la familia debía estar de acuerdo y convencidos.

LA NACION

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