viernes, 20 septiembre, 2024
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Encontraron huellas en el fondo de un lago seco y descubrieron que estaban ante un giro rotundo en la historia

Las huellas de pisadas humanas en el lecho de un lago seco en el Parque Nacional White Sands, Nuevo México, en los Estados Unidos, sembró la confusión en la comunidad científica. Hasta ese momento se creyó que la llegada de los primeros seres a esa parte del continente fue hace 13.000 años, según los restos fósiles desperdigados por la región. No obstante, este reciente hallazgo presentó un giro rotundo en la historia por ser más viejo.

En un principio, los científicos proyectaron que el contexto de aquellas marcas que quedaron impregnadas en el suelo fueron propias de un grupo de niños a finales del Pleistoceno. Incluso, aparecen las de individuos adultos en un ritual de caza de un perezoso gigante. Así, se estimó que las mismas se produjeron entre 11.000 años y 13.500 años atrás, todo en base a los datos preliminares de 2021. Lo cierto es que tras un escaneo profundo por radiocarbono se concluyó que las huellas datan de hace 23.000 años.

La historia de la llegada de los primeros humanos a América siempre estuvo rodeada de supuestos y múltiples hipótesis. La más famosa habla sobre que habrían cruzado por el estrecho del mar de Bering, desde Rusia a Alaska, y de esa manera descendieron hacia el sur del continente.

El parque de arenas blancas en Nuevo México preserva un patrimonio importantísimo de los primeros humanos en América(Fuente: uncredited NPS employee – NPS Foundation Document )

Ahora, con las huellas de White Sands, todo cambió. Los expertos estudiaron el polen de los árboles y los granos de cuarzo en las capas sedimentarias. Como resultado, anunciaron que los primeros indicios de actividad humana en Norteamérica y su llegada habría sucedido hace 32.000 años, en lo que se conoce como la última edad de hielo. Esta información se publicó en el artículo La controversia sobre las antiguas huellas humanas en White Sands, en la revista Science, en octubre pasado.

Acerca de la presencia en aquella zona, Matthew Bennett, profesor de ciencias ambientales y geográficas en la Universidad de Bournemouth en Inglaterra y autor de este artículo de investigación, insistió: “Necesitamos muchos más sitios para entender de dónde vinieron y por qué ruta (…) El legado duradero de White Sands es señalar el camino hacia un nuevo archivo de evidencia”.

Estos rastros fueron dejados por las personas que caminaron junto a la orilla del lago. Algunas son visibles a simple vista y para localizar otras hace falta un radar, ya que están a una cierta profundidad sedimentaria. Bennett aseguró que conoce otro tipo de manifestaciones similares en África y demás regiones del mundo. No obstante, la de Nuevo México se robó su atención porque detalla, como ninguna, expresiones de la cotidianidad y “cuenta una historia tan vívida” de la que es fácil identificar.

Las huellas del parque de arenas blancas en Nuevo México cuentan una historia, por lo que se las considera únicas(Fuente: Servicio de Parques Nacionales – USA)

Las huellas que están en la orilla del lago pertenecieron a una mujer que cargaba a un niño en la cadera y que caminaba rápido, posiblemente por la presencia de una amenaza mucho mayor. “Había depredadores hambrientos alrededor, incluidos lobos terribles y gatos con dientes de sable”, describió Bennett y agregó: “Podemos ver dónde resbaló en el barro en ciertos puntos. También podemos ver las huellas de la niña en el lugar donde lo dejó, presumiblemente porque estaba cansada y necesitaba descansar”.

También se comprendió que la mujer cargó a un pequeño de menos de tres años, por la profundidad de las huellas, que delatan un peso menor. Lo cierto es que lo habría dejado, tal vez en algún asentamiento, porque no lo llevó a su regreso. En la conclusión, el autor de la investigación lo comparó con una situación actual: “Pero si alguna vez te has apresurado a llegar a algún lugar importante mientras cargabas a un niño pequeño cansado, has experimentado una emoción muy similar”.

LA NACION

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